Aún
no son una mayoría, pero cada vez hay más empresas que no piden el currículum a
los candidatos a una vacante laboral. Se trata de compañías que apuestan por la
contratación a ciegas, un proceso de selección en el que se valora el potencial
y las habilidades de los posibles trabajadores y no su experiencia. Los
reclutadores no conocen ni el nombre del candidato, ni la universidad en la que
estudió.
"Este
sistema permite descubrir los verdaderos talentos de los trabajadores",
asegura un directivo en declaraciones al The Wall Street Journal. Los
reclutadores se basan solo en las pruebas que les hacen y las capacidades del
candidato. Para descubrirlo, cada empresa apuesta por distintos métodos:
pedirles que escriban un ensayo, que pasen un día trabajando en un proyecto
simulado, que completen una tarea, que escriban un programa de software...
Los
que mejor se desempeñen en dichas pruebas son invitados a una entrevista final,
y los mejores son seleccionados para el empleo.
Fin
a la conexión personal
"Estabamos
contratando a la gente con la que más nos gustaba charlar", denuncia Kurt
Mackey, presidente ejecutivo de la empresa Compose, que se dio cuenta de que
los gerentes de la compañía tendían a contratar a los candidatos por la
conexión personal que se establecía o por los grandes nombres que aparecían en
su CV, como podía pasar con Google. Y algunas veces no encajaban en el trabajo.
Para
solventarlo, la compañía añadió un proceso anónimo, en el que los candidatos
pasan entre 4 y 6 horas haciendo una tarea similar a la que llevarían a cabo en
la empresa.
Entre
los problemas que presenta este sistema es que los candidatos eran incapaces de
no firmar su trabajo, por lo que la compañía tuvo que implementar un software
que ocultase su nombre automáticamente; y que el ejercicio consume mucho
tiempo, tanto para los candidatos como para los reclutadores. Además, algunos
empleados se negaron a participar, alegando que no estaban dispuestos a
trabajar gratis.
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