Su inseguridad le conducía desconfiar de todos sus colaboradores. Como se creía el más listo e intrépido, decidió acometer la reorganización en solitario y con sus (escasos) conocimientos en reclutamiento de equipos de trabajo. Él en persona iba a reinventar la empresa, el sector, y todo lo que se le pusiera por delante. Para ello, no dudaría en incorporar a ”talentosos profesionales de primer nivel“. Sus contactos particulares le proveerían de perfiles afines a su idea de negocio: serían lo mejorcito del mercado y la competencia les envidiaría. Poco importaba que la mayor parte fueran recomendados por familiares, amigos y colegas, lo primordial era su reputación, si es online mejor, que la imagen es prioritaria y en Linkedin luciría el elenco de elegidos para la gloria.
¿Seguimos igual?
El gran gurú
de la estrategia, después de entrevistas light y referencias poco creíbles,
conforma un grupo tan ecléctico como poco cohesionado. Un equipazo formado por
personas poco comprometidas con la historia y cultura de su empresa, con
motivación económica como único acicate, y sin la menor empatía entre ellas. Un
equipazo condenado al fracaso.
En su gran mayoría, así se han generado en nuestro
país durante los últimos años empresas familiares y grandes multinacionales,
partidos políticos y organizaciones sindicales, ayuntamientos, autonomías y
gobiernos estatales. Medios de comunicación, universidades y ONG`s sin ánimo de
lucro (algunas). Grupos financieros, Cajas de Ahorro y bancos. Televisiones
públicas, nacionales, regionales y locales… Y ahora nadie tiene la culpa de los
excesos cometidos en la gestión de muchas de ellas.
Gracias a la
indefinible situación que vivimos en la actualidad, ha crecido una corriente de
renovación, que cobijada bajo la inmediatez de la onda expansiva de las redes
sociales, nos ofrece compartir conocimientos, vivencias y conceptos vía Blogs,
Twitter o Facebook. El objetivo común de este flujo de información altruista no
es otro que trasladar una nueva forma de ver las cosas, un claro deseo de crear
y evolucionar con proyectos innovadores que desarrollen ese ansia de cambio.
Creo que ya es tiempo de desvirtualizar a las personas y de poner en marcha
iniciativas concretas en forma de emprendedores audaces que materialicen este
ilusionante movimiento.
Esperamos no volver a cometer los errores de antaño
y no caer de nuevo bajo influencias de “Las Amistades peligrosas”…
Fonte: http://basketandtalent.com
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