terça-feira, 2 de maio de 2017

Los profesionales de RRHH y un escabroso escenario laboral

 Mayo 2nd, 2017  N&M                                             *By Federico Espeche, Buenos Aires, Argentina

Los escenarios laborales son tan cambiantes como la economía misma, las necesidades del mercado, la evolución e involución de la realidad organizacional y el avance de la tecnología. Esto no podemos negarlo y menos combatirlo, lo único que podemos hacer es formarnos apostando a la educación formal y la adquisición de experiencia fáctica; compartir tiempo con colegas, perfeccionarnos en determinadas áreas específicas de nuestra disciplina e invertir nuestro tiempo en la formación individual. Justamente la variable “tiempo” es la que ataca a la profesión que nos une – Recursos Humanos – desde la supuesta virtud del empleador de manipular el espacio/tiempo. ¿Cuántas veces hemos leído búsquedas laborales que en sí mismas ya resultan inaplicables?. Por ejemplo: “Estamos en la búsqueda de profesional de RRHH o RRLL recién recibido con 3 años de experiencia mínima. Candidatos hasta 24 años”. Considero que no tenemos la necesidad para recurrir a matemáticos galardonados con algún Nobel para caer en la cuenta que el cóctel temporal propuesto por el empleador imaginario es imposible de digerir. Es decir, ¿a qué edad tenemos que terminar el secundario para llegar a los 24 años egresados de una carrera de 4 años y teniendo un mínimo de experiencia de 3?. Poder se puede pero este filtro nefasto deja fuera del campo laboral a la mayoría de los profesionales que, probablemente, cuenten con una experiencia superior a la solicitada al mismo tiempo que algunos abriles más del límite impuesto.

Utilicemos como ejemplo otras profesiones – y apelo ciegamente a la sinceridad del lector -: ¿alguno padeciendo una profunda depresión acudiría a un psicólogo de 23 años?, ¿se dejarían operar de urgencia por un doctor de 24?, ¿le confiarían la construcción de la casa de sus sueños a un arquitecto de 23?. La respuesta es un NO rotundo pero, ¿por qué la experiencia fáctica es importante en todas las profesiones mencionadas más arriba pero no para los profesionales de Recursos Humanos?. La juventud es una bendición, pero un problema para nosotros; las barreras cronológicas naturales para ingresar en algunas empresas resultan impiadosas para, la exigencia de juventud es aplastante de la moral y dedicación que los empleadores no quieren, saben o pueden detectar en los que anhelan una carrera en organizaciones, nuestras propias experiencias de vida – formadoras de conocimiento en todo sentido – no valen absolutamente nada porque no cumplimos con el ridículo estándar generacional impuesto por las empresas. ¿Quién no consideró dejar la carrera a mitad de la misma para estudiar algo con “salida laboral”?.

Evidentemente estamos ante una doble moral:  Los profesionales de Recursos Humanos estamos convencidos de nuestra importancia en la vida de las organizaciones, pero estas no consideran como algún tipo de material descartable o, en el mejor de los casos, elementos similares a la arcilla listos para ser moldeados. Creo firmemente que no estamos para eso. Desde nuestro lugar tenemos que demostrar, a partir de la dignificación de la profesión, que los Recursos Humanos debe contar con profesionales experimentados en la materia pero fundamentalmente en la vida; las organizaciones – y las casas de estudio – tienen la obligación moral y formativa de privilegiar a aquellos con más años invertidos ya que, por lógica pura, les queda menos hilo en el carretel y de todas formas eligieron apostar a una disciplina más allá de los retrógrados cánones organizacionales.

Finalmente, veo la obligación de repetir y ratificar que los jóvenes per se no son el problema, nunca lo fueron y jamás lo serán; el inconveniente es la inclusión sólo de esa porción de la población económicamente activa por parte de las organizaciones. Resulta ser un tema social pendiente de ser tratado, será porque no somos tan atractivos como las nuevas “generaciones consonantes”.

Al mismo tiempo, el polo opuesto a la inclusión de los jóvenes son aquellos post cuarenta y cinco o cincuenta años de edad, con una increíble experiencia laboral pero nulas chances de poder reinsertarse en el mercado laboral ya no solo en el mundo de las organizaciones sino también en espacios menos complejos desde la estructura como Pymes o emprendimientos en nacimiento. La alarmante expulsión de los veteranos de muchas batallas nos hace replantear la verdadera importancia del conocimiento y el equivocado camino que ha tomado la búsqueda del talento al enfocarse en determinadas generaciones arrojando fuera del barco (por la proa y a empujones) a profesionales con educación formal o informal pero que pueden desempeñarse en un puesto mejor que cualquiera y, mejor aún, cuentan con la capacidad y material para transferir esos conocimientos.

Probablemente estas sean reflexiones vacías que no cambien ninguna realidad inmediata pero si podemos empezar a hacer algo nosotros. El equipo Docente que me acompaña y que yo mismo elegí se compone por profesionales de entre 28 y 35 años más un grupo tutor de Docentes de entre 45 y 62 años. Es algo, espero que muchos más piensen en las generaciones olvidadas.

 Perfil del escritor:

Federico A. Espeche Illana. Es egresado de la Licenciatura en Recursos Humanos (Universidad de Palermo) donde también cursó y concluyó el Profesorado Universitario; Magister en Gestión de Recursos Humanos y diplomado en Capacitación y Desarrollo (Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales). Se desempeña actualmente como Jefe del Departamento de Recursos Humanos de una empresa líder en la industria de la construcción en seco además de gestionar cargos docentes al frente de las materias “Planeamiento Estratégico” y “Taller de Consultoría” en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales.



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